Dickens, Charles
Charles Dickens
(Portsmouth, GB, 1812 - Gadshill Place, GB, 1870)
Autor de las citas: Luis E. Vadillo Sacristán, miembro de la AARS
"David Copperfield" (1850)
Capítulo II. Observo
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No hay nada tan verde en ninguna parte como el musgo de aquel cementerio, nada tan frondoso como sus árboles, nada tan tranquilo como sus tumbas. Cuando por la mañana temprano me arrodillo en mi cuna, en mi cuartito, al lado de la habitación de mi madre, y miro por la ventana y veo a los corderos que están allí paciendo, y veo la luz roja reflejándose en el reloj de sol, pienso: «¡Qué alegre es el reloj de sol!», y me maravilla que también hoy siga marcando el tiempo.
(original)
There is nothing half so green that I know anywhere, as the grass of that church-yard; nothing half so shady as its trees; nothing half so quiet as its tombstones. The sheep are feeding there, when I kneel up, early in the morning, in my little bed in a closet within my mother's room, to look at it; and I see the red light shining on the sun-dial, and think within myself, "Is the sun-dial glad, I wonder, that it can tell the time again?".
"El misterio de Edwin Drood" (abril-septiembre, 1870), obra inacabada, solo 6 de los 12 números mensuales de la serie se publicaron)
Capítulo XI. Un retrato y un anillo
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—Es verdad, señor. Sí. Sé que Pussy espera mi llegada.
—¿Tiene usted un gato allí?... —pregunta el señor Grewgious.Edwin se sonroja un poco.
—Yo a Rosa la llamo Pussy —contesta.—¡Ah! —dice el señor Grewgious alisando sus cabellos—. ¡Es muy gracioso!
Edwin observa fijamente el semblante de su interlocutor, espiando en él alguna recriminación por el empleo de este apodo para designar a la joven; pero de haber observado el cuadrante de un reloj, no lo hubiera encontrado más inmóvil.
Capítulo XIX. Una sombra en el cuadrante solar
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Rosa toma su sombrero de sol y desciende al jardín. Apenas distingue a Jasper desde el pórtico de la casa, apoyado en el cuadrante solar, experimenta el horrible sentimiento de turbación que otras veces ha ejercido sobre ella. Hubiera querido volver sobre sus pasos, pero este sentimiento indefinido la fascina y la atrae hacia él. Avanza y toma asiento en una silla rústica, cerca del cuadrante solar, con la cabeza baja.
A pesar de no haber levantado los ojos hacia él, dado el horror que le inspira, advierte que está vestido de luto riguroso. También ella lleva luto; no lo había llevado inmediatamente, pero la ausencia prolongada de Edwin le había hecho perder la esperanza de volverlo a ver, y lo consideraba como ausente ya de este mundo...
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