Luis Mercader ofrece el escudo de su familia a san Bruno

Luis Mercader ofrece el escudo de su familia a san Bruno
Luis Mercader ofrece el escudo de su familia a san Bruno

Título: Luis Mercader ofrece el escudo de su familia a san Bruno

Autor de la obra: Giuseppe Camerata (*) (grabado)[, Gabriele Mattei (dibujo)]
Editor: 2ª edición del exvoto de María Antonia Cervellón, Madrid, 1751
Autor de la reseña: Luis E. Vadillo Sacristán, miembro de la AARS
Emplazamiento: Ejemplar del exvoto en el Museo del Prado, Madrid.
Tipo: Grabado sobre papel

Otra información (**): El grabado procede del exvoto (***) en forma de libro realizado a la muerte de María Antonia Cervellón en 1746 por sus padres, los condes de Cervellón y marqueses de Villatorcas, Juan Basilio Castellví (1675-1754) y su esposa Francisca María Mercader (1682-1752). La familia se trasladó a Viena tras la Guerra de ucesión, en la que el conde se posicionó en el bando austracista. El exvoto, realizado en Viena por artistas italianos, gira en torno a un grabado que representa al cartujo Luis Mercader, antepasado de la condesa, ante una representación de la cartuja de Valldecrist (Altura, Castellón, ES).
Poco después del fallecimiento de Maria Antonia, y como consecuencia de la petición de la condesa al prior de la cartuja de Valldecrist, el padre general de los cartujos, Michel de Larnage, decreta en el capítulo general de 1747 que se celebre un aniversario perpetuo por su alma en todo el orbe cartujano. El exvoto se crea como agradecimiento por la fundación de ese aniversario y con el objetivo de exponerlo públicamente.
En el grabado se representa a Luis Mercader experimentando una visión que muestra al fundador de la orden, san Bruno, y una vista de la cartuja de Valldecrist (de la que fue prior). En primer término aparece Mercader con el escudo familiar en las manos representado como un monje cartujo –a pesar de haber sido nombrado obispo de Tortosa en 1513– y acompañado por un acólito que le sostiene la mitra y el báculo relativos a su dignidad episcopal. Pisa un libro del que salen serpientes que hacen alusión a sus cargos como presidente del Tribunal de la Inquisición de Navarra y Aragón desde 1512. Ante él aparecen unos documentos que aluden a su tarea como legado de los Reyes Católicos ante el rey Ladislao de Hungría, el emperador Maximiliano I de Alemania y el papa Alejandro VI. Finalmente, en el suelo están dispuestos una esfera armilar, un reloj de sol, un compás y varios libros, elementos que remiten al comentario del historiador Gaspar Juan Escolano (1560-1611) quien en 1611 afirmaba que Mercader «fue muy dado al estudio de las matemáticas, por lo qual tenía en su celda muchos astrolabios y reloxes, que los unos le ayudaban a remontarse sobre el cielo con la contemplación; y los otros a abatirse y humillarse por el suelo, acordándose por ellos de la brevedad de la vida».
En un segundo plano y separado por un pretil se abre un fondo de paisaje con una vista lateral de la cartuja de Valldecrist. A la derecha aparece san Bruno rodeado de un coro de ángeles y de un grupo de figuras alusivas a las virtudes. El santo, que dirige su mirada hacia el Cordero místico, se eleva sobre el suelo mostrando su desprecio por los asuntos terrenales y porta el estandarte con la cruz sobre el Libro de los siete sellos. La representación del Cordero ha tenido tradicionalmente un significado eucarístico y penitencial pero la representación de san Bruno ante el Cordero es extremadamente inusual en la iconografía cartujana.

 

(*) (Venecia, IT, 1718 - Dresde, DE, 1803). Conocido grabador, se formó en Venecia y aprendió la técnica del grabado con Giovanni Cattini (h. 1715-1804). Llego a ser director de grabado en la academia de Dresde.

(**) Fuente bibliográfica: "La elaboración de la memoria familiar desde el exilio austracista. El exvoto de María Antonia Cervellón", Yolanda Gil Saura, "Boletín del Museo del Prado", Tomo XXXI, número 49. 2013.

(***) Según la RAE, exvoto: Don u ofrenda, como una muleta, una mortaja, una figura de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc., que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal de recuerdo de un beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos.

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