Reloj de sol de Santa María de Lugás, Asturias, ES

Reloj de Santa María de Lugás, Asturias, ES (2013-11-16)
Reloj de Santa María de Lugás, Asturias, ES (2013-11-16)

Tempus Fugit

Un reloj de sol excepcional en Santa María de Lugás

El tema que me propongo desarrollar queda suficientemente sugerido por la divisa, que adorna múltiples relojes, expresiva de la profunda filosofía del paso inmisericorde del tiempo y de las horas de la vida: tempus fugit.

Clepsidras o relojes de agua, invención ya antigua de Ctesibio de Alejandría, relojes de invierno o anaporios, relojes de arena o ampolletas, relojes de péndola, o de péndulo, cuadrantes, relojes de pared, relojes de torre, relojes de pulsera, relojes de bolsillo o sabonetas o relojes roscof, relojes de Corao o del relojero de coro, cronómetros o cronógrafos, horómetros u horologios, horarios o despertadores, relojes de luna, relojes de sol, relojes canónicos o para mensurar las horas de oficio divino, como es el de Santa María de la Oliva de Villaviciosa, meridianas, pelecinos, reloxes de campana, extraplanos o acompañantes, metrónomos o relojes de sobremesa y relojes de flora, complicados analemas vitruvianos, el semicírculo excavado en un cuadrado de Beroso; relojes de longitudes o marinos, relojes de música y relojes de repetición, relojes clementinos o relojes magistrales, relojes de cuerda o electrónicos, relojes astronómicos, relojes, en una palabra, como un continuo sucederse de nombres y de invenciones con que medir el tiempo, con que percatarse de la hora del día en que nos hallamos. En todos los casos constatamos cómo el tiempo se nos pasa como la arena que se desliza por entre los dedos o como el agua que corre río abajo, en búsqueda azarosa del mar.

Novilunios y equinoccios, solsticios y noches de luna llena y lunas en crecientes o menguantes, mensurables quizá a lo largo de la historia de la humanidad por relojes de luna o lunares. Sucesiones de noches y días, de tardes y mañanas, de vigilias y dormiciones, de despertares y sueños, sometidos al influjo solar, mensurados por horologios solares o relojes de sol. Horas, minutos y segundos, semanas y meses, hebdómadas y menologios, años y lustros, siglos y eones, cronologías y crónicas, cómputos y computaciones, tiempos y cronografías ininterrumpidas, una filosofía perenne de los trabajos y los días hesiodeos, para acomodar ritmos y sucederse de tiempos y circunstancias, un sabbat ininterrumpido, un "dies dominicus" o "un día del Señor", que tanto puede ser un Domingo para la fiesta cristiana como una "domínica" para el culto pleno a Dios, haciendo representación del supremo sacrificio de la eucaristía. Con unos días feriados en que puede laborarse sin incurrencias que impidan el dedicarse a las más esenciales tareas del vivir humano, para los momentos todos, con instantes para el solaz y otros para el descanso en la hora sexta, que se trasvasará en sus aplicaciones prácticas a la siesta, con unos nombres de meses, con calendarios de nombres de divinidades o días de la semana, en que honrar a los que se consideraban más influyentes en la vida humana, con dedicaciones a la Luna, a Marte, a Mercurio, a Júpiter o Jove, a Venus, para llegar al descanso sabático y reposar en el día del Sol, que para los cristianos no es otro que el Señor Jesucristo, con meses marcados por idus, por nonas y por calendas, que se convirtieron en fiestas del Señor, de la Virgen María y de los Santos de la veneración cristiana.

Nombres y más nombres, con una divagación sobre el reloj de sol de Lugás.

Hago recordación primero de nombres famosos en sus relaciones con el tiempo: el sacerdote caldeo o babilonio Beroso, que medía las horas y los tiempos por las estrellas; de modo parecido a Alejandro Polihistor, a Apolodoro o a Flavio Josefo y hasta el cristiano Eusebio de Cesarea. El matemático Eratóstenes de Cirene, que midió el meridiano terrestre con precisión y exactitud, supo mucho de cronología, de donde bebieron Plinio, Marciano, Polibio, Higinio y Estrabón, entre otros. El tratadista de arquitectura Marco Vitruvio Polión y su discípulo Marco Cetio Faventino buscaban ellos acercar la ciencia del tiempo a los saberes más prácticos de la vida humana. Por ellos aprendió la humanidad la ciencia de la gnomónica o la de construir un reloj de sol.

Son cientos, quizá millares, los que en diferentes partes del mundo tiene recensionados, catalogados y estudiados la Asociación de Amigos de los Relojes de Sol. A ellos debo la oportunidad de acercarme al que para mí constituye como si fuera el único, que se lo he facilitado a ellos, con pelos y señales, para incorporarlo a su censo y estudio.

Quiero decir, como es obvio, al que se halla pintado en la pared sur del crucero de la iglesia que me resulta como la más querida, por haber estado vinculado a ella desde mi bautismo, mi queridísima -el epíteto me resulta sólo aproximativo- iglesia de San María de Lugás.

Hace bastantes años que lo tengo documentado, aun hallándose hoy casi borrado por la erosión y el paso de los años. De él tengo yo recogida, tomada del Libro de Fábrica parroquial, la siguiente mención: "Se pagaron a Fray Hilarión, monje exconventual de Corias, por disposición de nuestro Gobierno Constitucional, por unas vidrieras y por pintar el cuadrante o reloj de sol de la pared sur del Crucero, la cantidad de 140 reales, con más otros 148 por la manutención y otras cantidades más limitadas, por el albayalde y la linaza, necesarios para su confección. Año 1822".

A mi amigo Javier Llera Fueyo, especialista en gnomónica o ciencia de los relojes de sol, debo la fotografía de la reconstrucción casi exacta del reloj sobre el papel, que testimonia su perfección y exactitud. Con todos los cálculos pertinentes demuestra mi amigo que la iglesia sigue la orientación Este-Oeste, con un ángulo de desviación de 13,5 grados, habiendo obtenido, con los cálculos rudimentarios de su tiempo, el monje Fray Hilarión una aproximación que supera los 12 grados y medio, es decir, una precisión que se traduce en segundos, en la marcación de la hora meridiana, las doce, así como las demás horas, de una exactitud casi cronométrica para las horas y las medias. En palabras de mi amigo, sería posiblemente el más perfecto y exacto de Asturias.

Ante esa apreciación para mí tan valiosa, ya estoy buscando un mecenas que me permita recuperarlo y puedo adelantar que ya casi estoy en puertas de tenerlo. Volveré sobre el tema, con otras apreciaciones casi poéticas, como el casi "milagro de la luz equinoccial en San Juan de Ortega de Burgos", que tanta implicación tiene con los relojes de sol.

Y para final, un recuerdo de infancia: en casa, en Lugás, teníamos un banco en el portal. Mi abuelo se sentaba allí hasta que la sombra del sol alcanzaba la raya que formaba la tabla primera al inicio del tillado del estragal de la casa.

"Hala, decía mi abuelo, vamos a comer, que son las doce del sol". Y nunca fallaba, con más precisión que el mismo despertador que él tenía para madrugar a segar y a ganarse el jornal. Hermosa y rudimentaria manera de tener un reloj de sol, obtenido con la misma precisión que los de Vitruvio y Faventino.

 

Noticia de prensa, Agustín Hevia Ballina, Archivero de la Catedral de Oviedo, La Nueva España, 17 de diciembre de 2013

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