Cuando las horas las contaba el Sol (Valencia, ES)

Reloj de sol en El Palomar (Valencia, ES) (foto de Luis E. Vadillo Sacristán)
Reloj de sol en El Palomar (Valencia, ES) (foto de Luis E. Vadillo Sacristán)

  • La Comunitat Valenciana ya ha perdido la mitad de estas piezas en el último siglo
  • Expertos en relojes reclaman un catálogo que frene su extinción

Cuando no existía el estrés, ni las prisas y el mundo se movía a un ritmo mucho más amable los relojes de sol marcaban el pulso de la vida. Pero pronto el ferrocarril con sus horarios y los relojes mecánicos sacudieron su hegemonía y los sentenciaron a una lenta agonía.

Muchas de las esferas que desde campanarios, ermitas y alquerías señalaron durante siglos el nacimiento o el ocaso del día han ido desapareciendo. Las horas mecánicas transformaron el tiempo y bajaron los relojes de los torreones a las fachadas, después a los bolsillos y luego a las muñecas. El tiempo nunca volvería a entenderse como antes.

En sólo cien años la Comunitat Valenciana ha perdido más de la mitad de aquellos ejemplares históricos, según los expertos. Para evitar que estos relojes dejen de contar las horas para siempre, varios investigadores y algunos de los pocos fabricantes que quedan todavía en activo han decidido poner este patrimonio a buen recaudo. Y las nuevas tecnologías están echando una mano a las más ancestrales en este proyecto.

A través de la red social Facebook (*) se ha puesto en marcha un foro para que quien sepa de la existencia de un reloj de sol pueda notificarlo y aportar datos para un futuro catálogo de piezas. La idea es elaborar un fichero «lo más detallado posible para conocer con exactitud todos los cuadrantes que han sobrevivido y cuál es su ubicación y estado actual», explica el investigador Francisco Fons.

La gnomónica, ciencia vinculada al estudio del gran astro y la división de su trazo, ha dejado en la Comunitat ejemplares únicos, algunos de ellos muy curiosos. La larga tradición agrícola de esta tierra fue el caldo de cultivo perfecto para que floreciera esta fórmula de medición, más o menos exacta, del tiempo.

El Consell Valencià de Cultura (CVC) ha recopilado en un estudio esta tradición que empezó a decaer en el XIX cuando el ferrocarril y la modernidad tuvieron que deshacerse de las horas locales para unificar tiempos.

El autor de este informe, José Fernández Nicolau, explica que muchos relojes de sol vieron pasar su época dorada (siglo XVIII) para ser sustituidos por artilugios mecánicos. La mayoría estaban pintados o grabados en las fachadas, lo que aceleró su degradación.

Su nivel de protección actualmente es bastante difuso pues depende de si se encuentra colocado en un edificio con valor patrimonial o no. La ley valenciana también considera Bien de Relevancia Local elementos arquitectónicos como los paneles cerámicos exteriores anteriores a 1940. Un margen que deja fuera muchos de estos elementos.

La Comunitat Valenciana carece de un catálogo riguroso pero existen algunos estudios parciales en España que reflejan la importancia de esta zona como contenedor de este patrimonio.

Un inconveniente son los materiales usados en su elaboración, normalmente pinturas, lo que les ha restado nivel de conservación. «En el norte los relojes se fabricaban habitualmente de piedra o granito, una garantía más para llegar hasta nuestros días».

Fernández, que lleva una década buscando cuadrantes de sol por toda la geografía valenciana, destaca el de Estivella como uno de los más curiosos.

Único en la Comunitat

«Sólo quedan tres en España y el de Estivella es único en la Comunitat porque su diseño permite leer además de las horas clásicas y las líneas zodiacales, las horas babilónicas e itálicas», afirmó el experto.

Esta pieza data de 1739 y una rehabilitación en 1999 le permitió recuperar parte de su esplendor. «La pintura se encontraba en un estado deplorable pero se tenía su diseño original y se habían grafiado las líneas sobre el lecho de la pared por lo que fue posible reconstruir todo el cuadrante», explica el alcalde Robert Renau.

Otro de los ejemplos más imponentes por sus dimensiones es el de la plaza de los Hombres del Mar del Cabanyal, situado en la antigua Casa dels Bous y que pese a construirse en 1895 es un ejemplo de precisión.

En Valencia «el más antiguo que se conserva se encuentra en la plaza de los Patos y fue construido en 1732. Necesita de una intervención urgente», apunta el investigador Francisco Fons. En la Catedral se conserva otra rareza, uno prácticamente camuflado en la cara suroeste, en dirección a la puerta de los Apóstoles.

También hay variantes según las zonas en las que se localizan estos ejemplos solares.

En l'Horta, por ejemplo, predominan los cuadrantes fabricados con cerámica (por la influencia de Manises y Paterna) con casos especialmente «antiguos y originales como los de Burjassot y Rocafort», aunque también hay ejemplos «heráldicos» como en Godella o «más testimoniales» como los de la Casa de la Sirena en Alfara del Patriarca, cuyo deterioro impide ya su lectura. La Asociación de Amigos de los Relojes de sol, que aglutina a estudiosos, conservadores y aficionados, está elaborando un inventario para proteger y redescubrir ejemplares desconocidos hasta la fecha.

«Nuestro objetivo es que se reconozca su valor y su importancia. No hay que olvidar que ya en 1575 hay libros dedicados a los relojes solares como el de Pedro Roig», destaca Antonio Cañones [miembro de la AARS], integrante de la asociación.

La invasión árabe aportó «avances porque descubrieron que el gnómon, el palo externo, no debía colocarse de forma perpendicular sino inclinado según la latitud del lugar». Y es que cada reloj de sol es único (está diseñado sólo para el lugar en el que se instala) y esconde mucha historia con historias de aquellos días que pasaron sin prisa.

 

Noticia de prensa, lasprovincias.es, Marina Costa, 25 de abril de 2010

---

El grupo en Facebook se llama "Relojes de Sol de la Comunidad Valenciana. Gnomónica y Astronomía."

Enlaces relacionados

Fotos de los relojes de Valencia en esta página web

Arriba (up)