A07 Relojes en las Misiones Jesuíticas del Paraguay
[Artículo de José Luis Marin Balda publicado en la revista Analema número 7, abril de 1993, de la AARS]
En este artículo se amplían las referencias y datos de un anterior artículo, por el mismo autor, y se cita al escritor y poeta argentino Leopoldo Lugones para apoyar la hipótesis de que todas las Misiones estaban dotadas de cuadrantes solares. (ML)
Misión Jesuítica de Santa Ana, Sta. Cruz, Bolivia (foto de Nani Morello)
Los relojes solares de las Misiones Jesuíticas del Paraguay
El título de nuestro anterior artículo (Boletín número 5 de la AARS) “El cuadrante de la Misión Jesuítica de San Cosme y San Damián, en el Paraguay” pudiera ser interpretado en el sentido de que constituye una singularidad el hallazgo de ese reloj solar.
Nada más alejado de la realidad. En este pequeño trabajo de investigación queremos poner en evidencia que todas, o prácticamente todas, las Misiones [también llamadas Reducciones] allí establecidas, debieron estar dotadas de relojes solares para la medición del tiempo.
El vasto complejo (imperio, lo llama Lugones) que constituía desde 1604 la provincia eclesiástica del Paraguay, comprendía un inmenso espacio situado a ambas orillas de las ríos Paraná y Uruguay y en la margen izquierda del Tebicuary, con una extensión útil de más de 90.000 kilómetros cuadrados (superior a la de Portugal).
Hoy día esta dividido entre Paraguay (lguazú), Argentina (Misiones) y Brasil (Rio Grande do Sul). Poco antes de su desaparición llegó a contar con una treintena de Misiones, que en su conjunto albergaban cerca de 100.000 habitantes (como referencia: Argentina, tenía una población total de unas 200.000 personas a finales del siglo XVIII).
Las primeras Misiones se establecieron hacia el año 1600. Su fin llegó con la expulsión de los Jesuitas, por orden del rey Carlos III, en 1768.
No entraremos en la descripción de sus vicisitudes: numerosos traslados de las Misiones, luchas con los paulistas brasileños y éxodos de población acaecidos durante esos ciento cincuenta años.
Los restos, que aun persisten, de algunos de tos poblados, muestran que los guaraníes poseían gran destreza y sentido artístico para desempeñar los oficios que se integran en la arquitectura pintura y escultura. Asimismo desarrollaron un asombroso sentido musical, y fueron hábiles fabricantes de diversos tipos de instrumentos musicales, e incluso de aparatos científicos.
La sociedad y régimen de vida de los indígenas acogidos en estas Reducciones se desarrollaba en un régimen comunal, donde prácticamente no existía la propiedad privada. Las consecuencias sociológicas de este sistema han sido muy discutidas, pero es indudable que la población guaraní se triplicó en el espacio de tiempo indicado y que a los pocos años de abandonar las Reducciones descendió de nuevo a menos de 40.000 personas.
El centro de cada poblado era la Iglesia, situada en la Plaza. En el "Colegio", anexo a la Iglesia se albergaban los padres misioneros. Allí se impartía la instrucción laboral, secular y religiosa y servía también como almacén de enseres y alimentos.
Las casas de los indios, de estructura colectiva, formaban un gran rectángulo, completado por almacenes, capillas, huertos, etc. El indígena desconocía la propiedad privada, casi todo era común.
Los pequeños huertos propios constituían el "abambae" (tierra del indio) y la tierra comunal el "tupambae" o tierra de Dios.
Dado el régimen social y las muy numerosas actividades desarrolladas a lo largo de la jornada, era necesario mantener un programa estricto con respecto a la distribución del tiempo.
Para este menester es muy probable que los misioneros utilizasen relojes solares.
Es más, creemos poder afirmar que en todas las Reducciones había uno o varios cuadrantes situados en la Plaza, enfrente de la Iglesia o en las inmediaciones de los Colegios, y que su significado y utilización eran conocidos por los guaraníes.
Para confirmar esta hipótesis nos basamos en tres premisas, que exponemos a continuación:
- Los Padres Misioneros no poseyeron, por lo menos hasta 1700, relojes mecánicos y no les hubiese sido posible mantenerlos en hora exacta sin el auxilio de una meridiana o reloj solar.
- En cada Misión existía, o había existido una persona con conocimientos de gnomónica suficientes para determinar la latitud del lugar y diseñar un reloj de ese tipo.
- Los guaraníes eran capaces de comprender el trazado de los relojes solares, y construirlos.
- Con respecto al punto 1:
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Es evidente que las distancias entre las diversas Misiones, a veces de centenares de kilómetros, no permitían una visita o contacto frecuente de los Misioneros, ni entre sí ni con la Autoridad eclesiástica provincial.
Además, los relojes mecánicos constituían en aquellas épocas un bien poco asequible, por su precio y fragilidad, por lo que se reservaban para los observatorios astronómicos, o para los equipos que precisaban el transporte de la hora para determinar la longitud, en las demarcaciones de fronteras, por ejemplo entre Argentina y Brasil.
Así, cuando el eminente P. Suárez (*) forma su segundo observatorio astronómico (después de treinta años de pacientes observaciones en el primero, con instrumentos construidos por él mismo, incluso un péndulo que conservaba los segundos, y telescopios con lentes talladas en cristal de roca de procedencia local), pide que se le envíen, entre otras cosas, dos relojes mecánicos.
El P. Rico, que se encargó de la compra del material científico, nos indica con relación a los precios de compra existentes en Portugal, dados por el padre procurador R. Campos, de Lisboa:
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"....los dos anteojos, 36 portugueses que hacen 450 reales de plata… cuanto a los relojes digo que están a la prueba dos del Martiron, famoso laborante inglés, estos son los que usan los príncipes y señores de esta Corte por fidedignos. Ambos cuestan 13 monedas que hacen 13 veces sesenta reales de plata, estas 780… etc.”
Finalmente se adquirieron estos aparatos, y el P. Rico los llevó a Buenos Aires en 1745. En la relación valorada de los objetos aportados figuran:
“- Por dos relojes de Inglaterra de Martiron: 62.400”
"- Por dos telescopios, el uno de 12 y el otro de 24 palmos: 36.000”
"- Por el cajón donde vienen todos: 480”
Se observa que cada reloj "de faltriquera" costaba casi el doble que un telescopio, y que hasta 1745, cinco años antes de su muerte, no pudo disponer el ya muy famoso P. Buenaventura Suárez de instrumentos científicos de calidad.
Por otra parte, hasta la llegada, en 1735 del P. Schmid, astrónomo y mecánico muy cualificado, que impulsó e hizo montar, en las Reducciones, talleres de orfebrería, mecánica y carpintería, la conservación y reparación de estos mecanismos no estaba asegurada.
Bajo su experta dirección y asesoramiento se empezaron a fabricar relojes grandes y pequeños:
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“…y todo cuanto era menester, y si alguno fallaba era inmediatamente compuesto otra vez.”
"…Proveyó a todas las Reducciones de relojes mecánicos muy apreciados,…”
"...También se hacían relojes de sol con anotaciones astronómicas y relojes de arena muy prácticos y provechosos."
Consecuentemente se deduce que, por lo menos hasta 1735 ó 1740 el instrumento normalmente utilizado en las Misiones, para determinar la hora, debió ser el reloj solar.
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-Con respecto al punto 2:
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Debemos hacer notar que la mayor parte de los PP. Jesuitas enviados a Misiones poseían conocimientos de filosofía, matemáticas y astronomía.
La construcción del reloj solar horizontal es tan sencilla que basta con seguir unas reglas elementales para su diseño, por lo que estaba al alcance de cualquier misionero, o, si así no fuese, bastaba la visita -por una sola vez- de un experto para diseñar y construir un reloj solar.
-Y, finalmente, el punto 3:
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El seguimiento del curso del Sol, o sea la hora solar, por la observación de la sombra de un estilo es tan intuitivo que no necesita ser explicado.
Y en cuanto a la capacidad de hacer construir materialmente un reloj solar por los guaraníes, no necesita ser discutida, contemplando tos restos artísticos y arquitectónicos que aun quedan en los Museos y Misiones rehabilitadas.
Mas si esto es así ¿Por qué no aparecen abundantísimos relojes solares, o sus restos, en todas y cada una de las Misiones?
Veamos lo que nos indica a este respecto el gran poeta y escritor argentino Leopoldo Lugones (**). En su libro EL IMPERIO JESUÍTICO, escrito en 1904 con motivo de sus visitas efectuadas por encargo de su Gobierno a las antiguas Misiones situadas en La Argentina, nos dice:
-En la página 135:
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"…Uno de ellos, el P. Suárez, cosmógrafo distinguido se construyó por su propia mano los instrumentos más necesarios para su ciencia: anteojos hasta de 5 pies y un reloj astronómico que, marino tan competente como Alvear, tuvo por obra notable (tal vez era el mismo de Itapúa que fue llevado a Asunción, ignorándose su paradero).
Hay todavía restos de cuadrantes solares en los pueblos jesuíticos. Puedo mencionar entre otros, uno restaurado en S. Javier; otro bastante destruido en Concepción, pues el cubo donde está trazado lo picaron a cincel en busca de tesoros; y no en la Iglesia de Jesús (Paraguay) que los jesuitas dejaron inconcluso. Estaba dedicado, sin duda a regular el trabajo de los constructores, pues para trazarlo se había revocado provisionalmente un pedazo de pared, donde iba a servir interim se cerrase la bóveda.”
-En la pagina 219 (se refiere a dos Misiones situadas a orillas del río Uruguay) escribe:
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"Antes hablábamos de los gnomones o relojes de sol que figuran despedazados en las ruinas. Son casi todos poligonales, estando ocupadas cuatro caras del cubo donde se hallan trazados por: uno horizontal cuyas líneas horarias a desigual distancia indican el concurso de la esfera armilar, y tres verticales: uno austral, uno boreal y uno declinante. La quinta cara del cubo estaba ocupada por un salmo o versículo evangélico, y la sexta era el asiento.
El gnomon plano de S. Javier que es solar y lunar, es decir diurno y nocturno, tiene su esfera dividida en cuarenta y ocho partes, lo cual indica que señalaba las medias horas, y el poligonal de Concepción era meridiano, circunstancia que se advierte a primera vista porque sus superficies horarias son rectangulares. Las antedichas ruinas de San Javier guardan los restos de otro que considero muy notable, si fué como creo, de los llamados universales porque sirven para cualesquiera latitudes meridianas, sus trozos estaban esparcidos en una superficie considerable y, una vez juntos, aunque faltaban muchos, se procedió a medirlos."
Creo haber restaurado en parte la meridiana, sin poder hacerlo con las líneas horarias por estar muy fragmentados los trozos, pero en tres de ellos había cifras que me sirvieron para conjeturar el carácter del gnomon. Eran la V, la IX y la X. Después de varios tanteos para inferir la longitud del estilo ausente, me decidí por 15 cm. lo cual, suprimiendo cálculos que al lector no interesan, daba un módulo de 15 milímetros para fijar la distancia de las líneas horarias a la meridiana. Esta distancia resultaba de 505 mm. para las V, 140 para la IX y 87 para la X. Ahora bien, la distancia exacta de la primera debe equivaler a 34,10 módulos; la de la segunda a 10 y la de la tercera a 5,77. El error es respectivamente 6,5, 10, y 0,5 mm. que creo imputable al deterioro de los trozos y a la deficiencia de mis medios; pero si bien en un caso la distancia de dos tercios de módulo es ya sensible, en otro la aproximación de medio milímetro implica un argumento concluyente, a mi entender.
Queda bien patente la existencia de restos de relojes en las escasas Misiones donde L. Lupones efectuó sus, no muy extensas, encuestas.
En realidad, si se efectuase una investigación a fondo, creemos que se encontrarían vestigios o ejemplares completos de relojes solares en todos o en casi todos los poblados de las Reducciones.
(*) Padre BUENAVENTURA SUÁREZ (1679 - 1750). Científico y misionero argentino, nacido en Santa Fe, notable astrónomo, cosmógrafo y constructor de instrumentos. Publicó varios libros: Efemérides, Tablas Astronómicas y el famoso "Lunario de Un Siglo", primera edición en Lisboa y cuatro ediciones posteriores. Determinó las coordenadas geográficas de los pueblos de las Reducciones y fundó dos observatorios astronómicos.
(**) LEOPOLDO LUGONES (1874 - 1938). Escritor argentino nacido en Río Seco. Ejerció el periodismo bajo el nombre de Gil-Paz, fue profesor de Literatura en Buenos Aires e inspector de Enseñanza Secundaria. Su producción literaria se inicia con “Las Montañas de Oro”, “Los crepúsculos del Jardín”, “Hímno a la Luna”, libros de versos de sabor bucólico. Destacan también: “La historia de Sarmiento”, “La guerra Gaucha” y el libro póstumo: “Romance del Rio Seco”.
Bibliografía:
J. MARÍA BLANCH: “Las ciudades perdidas del Paraguay”
ARNALDO BRUXEL: “Los treinta Pueblos Guaraníes”
GUILLERMO.FURLONG: “Matemáticos argentinos”
LEOPOLDO LUGONES: “El Imperio Jesuítico”.
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